Si quieres mejorar en el ámbito laboral entonces tienes que hacerte las preguntas correctas. Resulta curioso que muchos profesionistas se la pasan buscando respuestas, pero como no tienen claras las preguntas no las encuentran. Es por esto por lo que solo una minoría logra mejorar de forma radical.
¿Qué pasaría si te hicieras las preguntas correctas?
Solemos buscar las respuestas a todo, con una desesperación tal que fallamos. Fallamos porque no entendemos algo básico. A veces no se trata de buscar respuestas, sino más bien de hacerse preguntas.
Cuando nos lanzamos, eufóricos por el mundo, a buscar las respuestas que creemos que necesitamos, nos olvidamos de lo esencial. Las respuestas no son la clave del éxito, o al menos no para mí.
Creo fervientemente que uno de los mayores secretos de la vida es saber hacernos las preguntas correctas. De nada sirve buscar respuestas si las preguntas de las que partimos han sido erróneas.
Estaremos entonces desperdiciando recursos. Nuestra búsqueda podría ser exitosa, pero el resultado insignificante. No es poca cosa hablar de tener éxito en algo que no tendrá un impacto en nuestra vida.
Sobre las preguntas correctas
¿Qué implica hacerse las preguntas correctas? Suena como si tuvieras que irte a un monasterio y meditar durante años. Pero la verdad es que, una vez adquirido el hábito, resulta sencillo y, sobre todo, productivo.
Una de las preguntas que más me funciona y que aplico con frecuencia es: ¿qué puedo hacer en este momento para que mi día siga yendo genial? Es una pregunta muy poderosa, porque te despierta la mente. Hace que reflexiones.
Por ejemplo, muchas veces quiero acostarme a ver Netflix, pero eso no me hace tan feliz como avanzar en mis proyectos. Si no me hiciera la pregunta terminaría en un maratón de series. No es malo, pero no aporta.
Algunas preguntas más
Otra gran pregunta que me hago es: ¿sigo siendo feliz con lo que hago? Y hacerte esta pregunta puede ser bastante duro, sobre todo si estás en un trabajo que no te gusta, si sientes que no estás aportando lo que deberías.
Eso sí, el hecho de ser sincero contigo no implica que debas tirar todo por la borda y lanzarte a la aventura. Si tienes un trabajo que no te gusta, quizá lo mantienes ya que por ahora necesitas ese ingreso. En casos así aguanta.
Pero síguete cuestionando. Llegará un punto donde tu miedo a quedarte donde estás será más grande que tu miedo a lo desconocido. En este punto estarás listo para afrontar lo que tengas que afrontar.
¿Cuál es el objetivo?
El objetivo de cuestionarte es analizar tu situación. No cambiarla directamente. Esto ocurrirá conforme te des cuenta de donde quisieras estar y dónde estás ahora. Y cada uno se puede hacer las preguntas que necesite.
Yo a veces me pregunto cuál es la razón de estar aquí, cómo puedo ser mejor que ayer, a quien le puedo aportar algo. Quizá la primera vez que te hagas preguntas así no le encuentres sentido, pero solo hay que hacerlo constantemente.
Y créeme, si te haces las preguntas adecuadas solo puede pasar una cosa: que mejores. Ya sea a nivel personal o profesional. Verás la vida de otra manera, trabajarás inteligentemente, determinarás objetivos, tendrás motivación.
¿Qué pasaría si confiaras en el proceso?
Los procesos no suelen gustarnos. Creemos que el proceso es aquello que nos separa de la felicidad. Nos mentalizamos para superar cada parte del proceso, como si este fuera un suplicio. Esperamos con ansia el momento de llegar al final. Y entonces, disfrutamos un instante de nuestra victoria.
Pero el gusto solo dura eso, un instante. Y entonces nos preguntamos qué sigue después. La respuesta es otro reto, otra meta, otro proyecto, y por tanto, otro proceso. Pasamos más tiempo en el proceso, que disfrutando de nuestro éxito. Porque no vivimos de nuestros éxitos.
Una vez obtenido un éxito hay que ponerse manos a la obra para alcanzar el siguiente. Pareciera un cuento de nunca acabar, un círculo vicioso, de querer siempre más. Y no está mal querer superarse, buscar ser mejores. El problema es que seguimos odiando los procesos, y a veces no confiamos en estos.
Muchos buscan atajos. Por eso a los vendehúmos de métodos fáciles y rápidos les van tan bien. Porque muchos quieren saltarse el proceso y obtener la recompensa sin esfuerzo. Si alguna vez lo has intentado sabrás que la vida no funciona así. No existe recompensa sin esfuerzo ni sacrificio.
Y si acaso crees que alguna vez has sido recompensando así sin más, piensa, porque seguro que pagaste algún precio. En fin. Hemos llegado al punto de que tenemos prisa por llegar, a ningún lugar. Nuestra mirada se ha perdido en la meta, cuando lo más hermoso se nos presenta durante todo el camino. Pero no lo vemos.
Respira, llegarás a tu meta. Quizá antes o después de lo planeado. Y tu meta sin duda es importante. Es el final de un camino, e indica el inicio de uno nuevo. Pero confía en el proceso, cosas maravillosas suceden cuando lo haces.
Confía en que cada acción que estás haciendo hoy te llevará a donde quieres estar mañana. Puedes correr un poco, sin duda, pero nunca pierdas de vista el instante en el que te encuentras. Porque la vida es, en su mayoría, esa sucesión de instantes que no vivimos, por tener prisa de llegar al objetivo.
¿Qué pasaría si pensaras en grande?
Pensar en grande es igual de fácil que pensar en pequeño. Hablando de sueños y metas a cierto plazo. Sin embargo, la mayoría de las personas no suelen hacerlo. La razón es que aterra pensar en grande. Pensar cosas fácilmente alcanzables nos brinda una sensación de seguridad.
Porque sabemos que lo que estamos pensando está dentro de nuestras posibilidades. Pero este tipo de pensamientos nos hacen conformistas. Creo que la limitante que nos impide pensar en grande es que todos los factores que no controlamos son más visibles. Entonces comienza la lluvia de excusas y pretextos.
Sé que mucha gente tiene el coraje necesario para pensar en grande y trabajar por sus sueños. Pero el miedo al fracaso es inmenso. Y sí, se puede fracasar debido a muchos factores. Y el fracaso es lo peor si vives en una sociedad que no lo tolera.
Entonces la gente retrocede a su zona de confort y desde ahí trata de hacer su mayor esfuerzo. Se necesita mucha fortaleza mental para ir en contra de esto. ¿Qué crees que pasaría si comenzaras a pensar en grande? En mi caso comenzaron a suceder cosas y empecé a poner en perspectiva ideas preconcebidas que tenía.
Sigo teniendo miedo, mucho miedo, pero ahora estoy decidido a hacer las cosas aún a pesar del miedo. Esta es quizá la principal barrera mental por superar. Una vez hecho el panorama luce más prometedor. Solemos ser bastante dramáticos y pesimistas sobre el futuro de alguien que se atreve a romper paradigmas.
¿Qué es lo peor que podría pasar? Cuando quieras hacer algo que te da miedo hazte esta pregunta. Verás que cuando estructuras bien tu respuesta, con fundamentos reales, lo peor que podría pasar es mucho menor de lo que te has imaginado. Solo que nos gusta hacer de nuestra vida un drama.
Te reto a que comiences a pensar en grande. Pondrás en perspectiva muchas ideas, te cuestionarás cosas que nunca te habías preguntado. Luego quizá sentirás que eres capaz de lograr más, porque sabes algo, realmente eres capaz de lograr grandes cosas, aunque nunca te lo hayan dicho.
¿Lo harás? Algunas de las preguntas que yo me hago son: ¿esto es todo lo que puedo dar?, ¿si me enfocara en esto hasta donde podría llegar?, ¿estoy teniendo un impacto positivo en el mundo? Y las respuestas han sido clarificantes.
¿Qué pasaría si tuvieras un propósito?
Si hablamos de propósitos seguramente me dirías que tienes muchos propósitos por cumplir en tu vida. Todos los tenemos. Quizá te suenen: terminar la universidad, comprar una casa, encontrar un buen trabajo. Los propósitos nos guían. Funcionan como una brújula para nuestra vida.
Los propósitos son fundamentales para encontrar un sentido a nuestro día a día. Y sin embargo, muchas veces también se vuelven una carga pesada. Sobre todo me refiero a aquellos propósitos de índole social. Es decir, aquellos que la mayoría de las demás personas también se proponen.
Son una carga porque los demás esperan que los cumplas sin ninguna excusa. Pero el día de hoy quiero hablarte sobre «tu propósito». Aquello que realmente te mueve, te motiva, te impulsa a ser mejor. Me refiero a tu misión en esta vida, a la visión que debes cumplir antes de acabar tu viaje.
¿Tienes claro cuál es el propósito último de tu vida? Es posible que no, porque es algo en lo que no solemos pensar mucho. O inclusive es posible que lleves tiempo pensando al respecto y aún no tengas algo. Así me pasó a mí y por eso te entiendo.
Durante muchos años nunca me pregunté cuál era mi verdadero propósito. Y cuando lo hice no tuve una respuesta clara durante mucho tiempo. Ahora eso está cambiando. Aunque aún no tengo mi propósito completamente claro, en el último año he dado pasos considerables en la dirección correcta.
Hoy en día te puedo decir que ya he comenzado a materializar mi objetivo. De hecho, esta página personal es justamente uno de los pasos que quería dar hace ya algunos meses. Se trata de una simple gota de agua de todo el río que quiero formar, pero es un avance.
Mi propósito está relacionado con ayudar a otros a mejorar. Quiero formar y capacitar a otros, apoyarlos con sus proyectos, impulsar sus ideas, acompañarlos en su camino al éxito. Ese sería mi éxito. ¿Cuál es tu propósito y qué vas a hacer para lograrlo?
¿Qué cambiarías si tú fueras el jefe?
En el mundo corporativo muy pocas personas saben ser buenos jefes de forma natural. La mayoría aprenden con el paso del tiempo y de las experiencias. Esto genera situaciones que todos asociamos con los malos jefes. No sé si los malos jefes sean mayoría, pero lo cierto es que las quejas superan a los elogios.
Esto puede ser porque no estamos acostumbrados a hablar bien de nuestros jefes cuando se lo merecen. Tengo, al igual que todos, muchos amigos y conocidos que trabajan en empresas de diversos tipos y tamaños. La mayoría se ha quejado de algunos de sus jefes en algún momento.
Yo mismo he caído en la tentación muchas veces. He sido jefe en algún momento. Te puedo asegurar que ser jefe no es nada sencillo. Si ya lo eres seguramente sabes de lo que te hablo, sino deberías cambiar un poco el enfoque para ver desde otra perspectiva.
En otro momento hablaré sobre cómo ser un buen jefe. Por ahora me enfocaré en la parte de los subordinados, la cual también he vivido bastantes años. ¿Cómo pueden cambiar su perspectiva? Hace relativamente poco tiempo he decidido ayudar a mis contactos a cambiar su enfoque.
Cuando se quejan de una decisión, proyecto, reporte, reunión, etc., les hago la pregunta de qué cambiarían si ellos fueran el jefe. Es una simple pregunta, pero muchas personas no la pueden responder inmediatamente. Están acostumbradas a la queja sin proposición.
Y muchos de quienes responden lanzan ideas variadas al aire, pero es un inicio. Lo siguiente es preguntarles a las personas si esas ideas son viables, es decir, si hay los recursos (tiempo, dinero, materiales, personal) para llevarlas a cabo. Aquí es cuando hasta los más hábiles patinan.
Hacer este tipo de reflexiones ayudan a dejar de quejarse solo porque sí. Sin duda se necesitan empleados que empujen a sus jefes a ser mejores, pero lo que las empresas necesitan son empleados proactivos. Además, es necesario comenzar a empatizar con los jefes, entendiendo las situaciones que viven.
¿Qué pasaría si te olvidarás del miedo?
“Cuando olvidas el miedo aparece la magia.”
El miedo nos detiene, aun cuando pongamos todo nuestro esfuerzo en seguir avanzando. Cuando tenemos miedo la sensación es abrumadora y nos paralizamos. Es tal su efecto que nos hace retroceder hasta nuestra zona segura.
Entonces sentimos la seguridad de volver a estar en nuestro entorno, lo que resalta aún más lo temible de estar fuera de este. Así entramos en un círculo vicioso que hace que cada vez sea más difícil salir.
El miedo no es malo
Pero el miedo no es malo en sí mismo. De hecho, es uno de los principales factores que nos ha permitido sobrevivir, hablando por supuesto del homo sapiens. Si nuestros ancestros no hubieran sentido miedo no estaríamos aquí.
El sentido del miedo está tan marcado en nuestros genes que no lo podemos eliminar, y no deberíamos. Es tan poderoso porque le ha tomado millones de años a la evolución pulirlo al máximo.
Aun así, de la prehistoria hasta la actualidad han cambiado casi todas las cosas. Ahora sentir miedo puede perjudicarnos en muchas situaciones, en las cuales dan ganas de correr, pero sería lo menos recomendable.
Las cosas han cambiado
¿Has sentido miedo en alguna situación que no lo amerita tanto? Por ejemplo, al hablar en público, pedir un aumento a tu jefe, dirigir una reunión, tomar una decisión de negocios, etc.
Sí, tener un poco de miedo siempre será normal, porque nos mantiene alerta. Pero un exceso puede paralizarnos o acelerarnos, y hacer que todo salga muy mal. Por ello hay que tener cierto control sobre nuestros miedos.
En situaciones como las mencionadas… ¿Qué es lo peor que podría pasar si te olvidaras del miedo por un momento? Te invito a hacer la reflexión, porque aunque pienses que el cielo caerá a pedazos, generalmente no será así.
Superar el miedo vale la pena
Sé que decirlo es infinitamente más sencillo que hacerlo. Pero te lo aseguro, valdrá la pena. Porque cuando olvidas el miedo por un momento te sientes libre, dejas de cargar un peso que solo te lastra mentalmente.
No te pido que dejes de tener miedo, sino que lo empieces a controlar. El miedo va a estar ahí siempre, pero te puedes olvidar un poco de él. Es entonces cuando comienzan a suceder cosas maravillosas.
Inténtalo. Sé que fallarás al principio, pero mientras más lo intentes más control tendrás sobre el miedo. Pronto comenzarás a hacer cosas que quieres hacer o que debes hacer, aún a pesar del miedo.
Yo también tengo miedo
Y sí, yo tengo muchos miedos, pero estos no me controlan. Siempre están ahí y cuando es el momento aparecen, pero hago las cosas a pesar del miedo. Me olvido de este como me olvido de que traigo los lentes puestos, porque estoy acostumbrado.
Porque si alguien te dice que no tiene miedo de algo, entonces quizá, o te está mintiendo, o realmente no sabe en la que se está metiendo. Es así de fácil. Solo que la elección es tuya, actuar a pesar del miedo, o no hacer nada.
Ahora es tu turno, cuéntame sobre tus miedos y las victorias que has logrado sobre ellos. Dime como va tu proceso para olvidarte de tus miedos un poco. Porque no estás solo, todos tenemos miedo. Nadie tuvimos instrucciones para vivir esta vida.
Deja una respuesta